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Noviembre 15, 2019

Noviembre 15, 2019

"Este invierno me caí mientras ensayaba la adoración para nuestros servicios de Gateway Kids y luego me informaron que cuatro ligamentos de mi tobillo izquierdo tenían esguinces graves de tercer grado, y que mi hueso astrágalo estaba fracturado. Luego, unos meses más tarde, nuestro ministerio (de niños) pasó cuatro semanas aprendiendo sobre el poder de la oración. Al final de la serie, durante el servicio de las 10:45am, me llamaron a la plataforma y 108 alumnos de tercero y cuarto grado extendieron sus manos y empezaron a orar por mi tobillo. Supe que algo había cambiado. Salí de la habitación, me quité la bota inmovilizadora y empecé a flexionar el tobillo. Antes no podía hacer movimientos circulares con el pie, ni flexionarlo, ni moverlo hacia arriba, hacia abajo o de lado a lado. Pero cuando empecé a moverlo esta vez, no solo podía moverlo haciendo grandes círculos, sino que también podía hacer punta con el pie. Mientras caminaba, el dolor desapareció casi por completo. Volví a la plataforma para mostrárselo a los niños y todos empezaron a gritar. Al final del siguiente servicio, con lágrimas cayendo sobre mi cara, me levanté y estiré mi pie para mostrar a los niños lo que Dios había hecho. Ese día, de pie en el mismo lugar donde todo comenzó, recibí la sanidad por la que Cristo murió para darme. Después de 14 semanas y 2 días, salí de consulta con el médico ortopédico sin la bota inmovilizadora y me dijeron que ¡ni siquiera necesito tobillera de soporte! Todavía estoy recobrando mi fuerza, pero con cada paso, sigo viendo el poder sanador de Dios."