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Mayo 9, 2019

Ya casi es el Día de Acción de Gracias y hay una mezcla de nerviosismo en el viaje en camioneta a la Unidad Coffield, una prisión de máxima seguridad ubicada en el condado de Anderson, Texas. La mayoría del grupo de hombres que viajan allí, casi todos del departamento de comunicaciones de Gateway, nunca han estado dentro de una prisión. Lo cierto es que las historias que se escuchan sobre la vida en la prisión no alivian la ansiedad. El equipo se dirige a Coffield, la prisión estatal más grande de Texas, para documentar el lanzamiento del primer campus en prisiones de Gateway, situado en la capilla de la unidad.

En la camioneta, también está Alex Loredo, quien está nervioso por otra razón. Han pasado cinco años desde que terminó de cumplir una sentencia de seis años y ésta es la primera vez que regresa. Está muy bien vestido y sostiene la Biblia de cuero grueso que el pastor Marcus Brecheen le dio hace años, cuando fue sentenciado.

"Volver es como un sueño”, dice. "He intentado entrar durante mucho tiempo, pero hay mucha burocracia para que alguien que fue declarado culpable regrese de visita". Quiere volver para ayudar a los reclusos, pero está ansioso por ver a uno en particular: Will, un hombre corpulento, de piel lisa y muy oscura, de calva bien afeitada.

Alex cuenta la historia, cuando tenía solo 19 años, del primer día que se agregó a la población general en otra prisión. Después de que la puerta se cerrara detrás de él, un enorme recluso afroamericano se acercó a él con intención. Alex pensó: "¡Solo llevo aquí menos de un minuto y estoy a punto de entrar en una pelea!” Pero en lugar de eso el hombre extendió su mano y se presentó como Will. Quería asegurarse de que Alex no se asociara con la gente equivocada.

"Tienes que hablar con ellos tan pronto como lleguen aquí porque la prisión tiene mucho que ofrecer y casi todo es malo", dice Will. "Quiero hacer contacto con ellos, especialmente con los jóvenes, para hablarles del Señor".

Will está llegando a dos décadas de una sentencia de 420 años, que ha cumplido en varias prisiones estatales, incluyendo aquella donde conoció a Alex. Dice que ha perdido la cuenta de a cuántos internos se ha acercado cuando entran en la prisión por primera vez. Ayudó a Alex a sentar las bases de su fe mientras estuvieron juntos y ahora que Alex está fuera, él y su familia se mantienen en contacto con Will. Sin embargo, esta fue la primera vez que se vieron en años. Se abrazaron y por un minuto era como en los viejos tiempos.

La capilla en la Unidad de Coffield sirve como un recordatorio de las paredes que mantienen presos a los reclusos. Hay un techo de madera abovedado y a través del vitral detrás de la plataforma se puede ver por fuera el alambre de púas serpenteando.

Hombres con uniformes blancos de presos deambulan alrededor de la habitación preparándose para el primer servicio de Gateway. Usando identificadores que dicen "Usher" (ujier) y "Greeter" (anfitrión), se ha preparado el lugar para el servicio y poco después de que el equipo de adoración comienza a tocar, el recluso que dirige la adoración detiene la música para decir algo a los 550 hombres presentes. "Me desperté en medio de la noche sintiéndome deprimido", dice. "Pero entonces recordé que el Día de Acción de Gracias es la próxima semana, y tengo mucho que agradecer". Estas palabras generaron una respuesta inesperada. Los hombres vitorearon, levantaron sus manos y gritaron "gracias" a Dios. Incluso los reclusos considerados como los más peligrosos, que estaban sentados en la parte de atrás, se sintieron conmovidos. Después de la música, el pastor Jimmy Evans subió al podio y compartió un mensaje sobre ser parte del cuerpo de Cristo.

"Queremos que los hombres y mujeres en prisión tengan una iglesia mientras están dentro y también cuando salgan [de prisión], de forma que cuando sean libres puedan integrarse de nuevo en la sociedad", dice el pastor Jimmy en el comedor de los guardias de la prisión después del servicio, mientras él y el director de Coffield, Jeffrey Catoe, comen la comida de la prisión. "Los presos necesitan una iglesia, y queremos literalmente, ser la familia en la iglesia".

El servicio de Gateway en Coffield se parece mucho a un servicio de fin de semana en cualquier campus de Gateway. Cada miércoles por la noche, los reclusos se reúnen en la capilla para la adoración (los hombres del equipo de adoración son entrenados por los líderes y músicos de Gateway) y el mensaje del fin de semana (predicado en vivo solo tres días antes) se proyecta en grandes pantallas que cuelgan del techo de la capilla. Hasta tienen un centro de bienvenida, así como anfitriones a la entrada y ujieres que ayudan a asegurarse que todos tengan un buen asiento.

Un mes después de la segunda visita a la prisión del equipo de comunicaciones, era el miércoles después de la presentación de "Chasing Lights" en Gateway. Toda preocupación sobre qué pasaría al proyectar un musical en una prisión de máxima seguridad se disipó rápidamente cuando más de 70 hombres levantaron sus manos para aceptar a Cristo. De hecho, después de solo 6 meses en la Unidad de Coffield, Gateway ha visto más de 600 salvaciones. "Nunca supe que podía sentirme tan libre dentro de la prisión", dijo un recluso después del servicio.

Entonces, ¿cómo sucedió todo esto? Durante más de siete años, el pastor Stephen Wilson ha visitado Coffield y muchas otras prisiones con G3 Prison Ministries (fundado por él y su esposa, Celeste), un ministerio asociado o en el que participa Gateway. Ahora que Gateway tiene la visión de abrir una serie de campus en prisiones, el pastor Stephen se ha unido al personal de Gateway y supervisa este ministerio que crece cada vez más.

Su amor por este ministerio en particular tiene conexión con su experiencia. "Soy un exconvicto y fui salvo justo antes de empezar a cumplir una sentencia de dos años", dice Stephen. "Un voluntario se acercó y me habló del bautismo del Espíritu Santo. Le dije: "Dios, si hay más de Ti, lo quiero".

Cuando Stephen obtuvo la libertad condicional, fue a la escuela de teología, obtuvo su maestría y comenzó a servir como pastor de una pequeña iglesia que comenzaba. Pero los sábados por la noche, él y su esposa venían a Gateway para prepararse antes del servicio dominical del día siguiente. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que dieran el paso y se unieran a Gateway al mismo tiempo que hacían crecer a G3 como un ministerio de tiempo completo.

Aunque su trabajo en Gateway es nuevo, su visión de campus en prisiones de la iglesia ha esperado largo tiempo. "Mi primera reunión para iniciar un campus Gateway en prisiones ocurrió hace siete años", menciona. "Hemos orado por esto durante siete años".

Ahora que todo se está cumpliendo, algunas cosas inesperadas han comenzado a suceder. En diciembre, solo un mes después del lanzamiento del campus, Tia Hall entró en el campus de Dallas por primera vez y le contó su historia al pastor Marc Bolling.

Su marido, Jason, es un recluso de la Unidad Coffield y comenzó a asistir al campus de Gateway allí. Le dijo que encontrara el campus de Gateway más cercano y que se hiciera miembro de la iglesia, y así terminó en el campus de Dallas. "Hay miles de hombres en esa prisión y la sociedad se olvida de ellos", dice ella. "Gateway ha llegado y demostrado que se preocupa por ellos. En su fe, Jason me lleva ventaja, pero estoy tan contenta de que me haya animado a visitar Gateway. No será candidato a libertad condicional hasta el 2026, pero por ahora, podemos compartir ir a la iglesia".